viernes, agosto 17, 2012

Cuando las madres visitan... Parte I.

Se anunció con un mes de anticipación, después de 19 meses sin vernos y. aún así, no estaba preparada. Planificamos su estadía, sus paseos, sus compras y, a pesar de eso, no sabía qué iba a hacer cuando finalmente llegara...Y llegó.

Mi mamá aterrizó en Buenos Aires el domingo a las 2 am. Cargada de regalos, de sonrisas y de mimos, llegó a mi casa poco después de las 5 am, lista para empezar a malcriarme con harina pan, ron y chocolates, abrazándome cada dos minutos y mirándome como su fuera una completa desconocida y, a la vez, su chiquita de siempre.

Fuimos felices esos primeros minutos, escuchándonos, yo mostrándole mi casa y ella contándome de todo lo que me he perdido en la distancia

Tratábamos de que el escándalo fuera en "voz baja" para no despertar al extraño que dormía en mi habitación...Pero, en algún momento tenía que conocerlo, saludarlo, abrazarlo y hacer uso del "poder de madre".

Cuando sucedió, tanto Sebastián como ella se pararon uno delante del otro, con cara de "no me intimidas". La única asustada en toda esta historia siempre fui yo. Con cordialidad y simpatía se dieron la mano, para luego abrazarse y sonreír. Ufffffff, ¡que alivio!

Sé que no faltan las expectativas de un anuncio de boda inminente, de plazos para reproducirnos y de la visita formal a Venezuela, pero dejé claro que ninguna de esas cosas va a ocurrir. Desconozco qué pasa por la cabeza de Sebas en este instante, pero me parece que, fuera de la visita (in) formal a Venezuela, las otras dos cosas serán una profunda decepción para mi mamá.

La primera, porque de boda se hablará cuando estemos profundamente convencidos y firmes en la relación. La segunda porque...bueno, simplemente reproducirme no está en mis planes y Sebas está más que de acuerdo con eso.

Estoy feliz con la presencia de mi mamá, aunque a veces sienta que desaprueba algunos rasgos de mi vida en Buenos Aires, de mis actitudes y decisiones. Sí, creo que puedo llegar a parecer una extraña por momentos, pero si alguien sabe quién soy y qué quiero, tiene que ser ella.

Y si no lo sabe...Ya tendrá tiempo para descubrirlo. 
¡Todavía le queda una semana en Argentina!