jueves, marzo 17, 2011

Descubriendo (a diario) a Argentina...

Desde que llegué a Argentina, mi vida es una constante sorpresa, es descubrir diariamente algo que me maravilla, me asombra, me engorda o me asusta. 

Después de las medialunas, la cerveza Stella Artois y el Submarino, mi vida nunca será la misma!!!

Y, a pesar de que ya me he familiarizado con la ladilla de meter micromonedas en un aparato para usar el colectivo, con los botoncitos que indican la parada en vez del sonoro "por la parada, señor" y con las paradas señalizadas, que quedan convenientemente lejos de la esquina a la que te diriges, todavía me abruma la amabilidad permanente de los choferes, los asientos limpios, sin textos románticos/vulgares en los espaldares, el silencio del viaje sin reproductor y los amplios espacios para ir de pie (que siempre están llenos pero son menos incómodos, pues)

En el automercado, la situación no es diferente... Empieza con la sensación de alegría que me invade al ver todos los anaqueles llenos, aumenta con la posibilidad de elegir entre numerosas marcas (que ya por descarte he ido clasificando como buenas, malas e incomibles) y me supera cuando llego al área de los cereales o las frutas. ¡Hay tanto, de tantos colores, que elegir una o dos resulta imposible!

A la hora de almorzar, siempre roto las milanesas de pollo o carne, las pizzas, las pastas y el sushi y, aunque me afecta la falta de tajadas en el menú, no me quejo tanto. Se que no es la comida más sana, pero desafortunadamente, los argentinos son bastante básicos a la hora de comer, sobre todo si esa hora dura sólo una hora =/

Aprendí a cocinar, así que de vez en cuando me inspiro con un pollo al verdeo, o al vino, unas arepas para no perderme y las panquecas para sentirme cerca de casa... Hay sabores que te remiten a ese lugar feliz llamado "hogar", como la sopa de pollo que me atreví a preparar, imitando los movimientos que mi abuelita hacía una y otra vez en la cocina. De memoria me salió una sopa que conquistó hasta a un exigente estómago argentino.

El clima, debo decir, ha sido el mayor de mis desafíos: "La temperatura en Buenos Aires 13 grados, hoy con mínima de 9 y máxima de 24". Si alguien me explica cómo hace uno para vestirse con esos pronósticos, se lo agradezco. Lo mejor es que, si pronostican lluvia, el 90% de las veces llueve, así que respeto el segmento del tiempo y tomo en cuenta sus sugerencias... Aunque tenga que ponerme un bikini con abrigo encima!!!

Finalmente, lidiar con mi propia identidad es la batalla que libro a diario. En la oficina me han colocado de usuario mi segundo nombre "Lucía", así que ahora soy Lucía para todos, a pesar de mis enormes esfuerzos por mantener el Diana vigente, en la firma de mi email y en los comentarios del software con el que trabajo. 

Si Mickey dice que me llamo Lucía, 
quién soy yo para contradecirlo?

Así, vivo cada día sin demasiadas expectativas, pero preparada para una nueva sorpresa... Igual no son muchas mujeres las que puedan decir que las ha piropeado el maquinista de un tren en movimiento!!!!!